domingo, 1 de diciembre de 2013

Agoniza el Planeta


“Echa un vistazo al sol. Mira la luna y las estrellas. Admira los brotes de la naturaleza y luego piensa...”: (Hideldegarda de Binges 1098 /1179).


La reflexión de esta mujer abadesa, filosofa, escritora, compositora en plena Edad Media, pareciera escrita por algún militante de Green Peace en pleno siglo XXI. Desafortunadamente han pasado mil años y jamás tomamos en serio el mensaje. Ya el Calentamiento Global es un hecho irreversible. Nos tiramos este planeta azul, convencidos de que los recursos de la tierra eran infinitos, que éramos los amos y señores del universo, los ‘dioses’ de la Creación y que podíamos hacer lo que se nos diera la real gana.

Lo hicimos. Primero acabamos prácticamente con los animales salvajes. Es un hecho la extinción de varias especies. Tigres, rinocerontes, elefantes, gorilas, para no nombrar unos pocos, ya están contados en los dedos de las manos. En Manhattan, New York, es necesario ir al zoológico en el Central Park para que los niños de la Gran Manzana puedan ver una vaca o una cabra que no sea de peluche.

Luego los océanos. El asesinato continúo de tiburones, ballenas, atunes. La contaminación de los arrecifes coralinos. Los derrames de petróleo y mercurio que matan cantidades ingentes de peces necesarios para conservar el ecosistema, el suicidio de manadas de delfines. La destrucción de los manglares.
Sigamos con los nevados ancestrales. Las nieves perpetuas que cubrían con su manto blanco esas enormes moles, ahora muestran sus alturas en roca negra amenazante. Despojadas de todo, desnudas y tenebrosas. Los incendios forestales que devoran con sus llamaradas voraces bosques enteros enterrando bajo capas de cenizas toda posibilidad de reforestación o siembra . En Colombia nuestro Oriente es ahora un mar verde de especies foráneas como la palma africana, las petroleras que envenenan nuestros ríos bajo la mirada cómplice de las autoridades de turno, la minería despelotada que arrasa con paramos, reservan forestales y parques naturales. Los ríos tutelares, cito los siete de Cali ya convertidos en cloacas.